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Cantabria y la Gestión de los Residuos Sólidos Urbanos
La Estrategia Europea de Residuos, de forma coherente con la Estrategia de la Unión Europea de Desarrollo Sostenible y con las directrices de su política ambiental, establece un orden de jerarquías o prioridades para la gestión de los residuos: reducir en origen, reutilizar, reciclar, valorizar y eliminación. A menudo esta estrategia se representa como una escalera cuyos peldaños comienzan por la última de las opciones y va ascendiendo en el orden inverso al que he formulado dichas opciones, representando así el camino lógico a seguir para alcanzar los objetivos establecidos.
Desde la perspectiva personal de un actor, con diversos papeles, en esta problemática ambiental estimo que es el camino que Cantabria ha seguido para resolver la gestión de las basuras o residuos sólidos urbanos y también opino que hoy es una de las Comunidades Autónomas que mejor resuelto tiene este difícil problema ambiental, acercándose en sus estándares de calidad a las regiones europeas punteras.
Mérito de todos, y del que no creo sea inmodesto atribuirme una parte, que en todo caso sólo será debido a haberme dedicado a resolver el problema aportando lo mejor de mi saber y entender con dedicación y laboriosidad. En principio estas virtudes aplicadas a mi trabajo en el desempeño de mis cargos públicos se las atribuyo a quienes asumen el valiente reto de implicarse en responsabilidades políticas y por eso me dan pena y me resulta difícil entenderlos cuando descalifican de forma rotunda la labor de sus predecesores
En 1984 recién creada la Dirección Regional de Medio Ambiente uno de los problemas ambientales mas acuciantes y evidentes era la gestión de nuestras basuras (a las que en adelante me referiré con el acrónimo de su nombre mas técnico de Residuos Sólidos Urbanos o RSU) Abordada la redacción de un Plan de Gestión de RSU el diagnóstico era desolador : sesenta y tres municipios carecían de servicio de recogida de basuras, algunos de los que disponían de este servicio lo efectuaban con medios inadecuados, no había un solo vertedero que se pudiera considerar ambientalmente aceptable y por el contrario proliferaban los que eran utilizados por diferentes municipios y tenían altos impactos ambientales. Santander capital vertía sus RSU inmediatamente al lado del cementerio de Ciriego y parte de las basuras depositadas, junto con los líquidos segregados por estas, los lixiviados, caían al vecino mar Cantábrico. Similar era el caso del vertedero utilizado por Castro-Urdiales ubicado entre la carretera a Santander-Bilbao y el mismo mar. En las Marismas de Santoña había no menos de catorce vertederos ubicados en zona intermareal. No siendo ninguna región de España, en aquella época, un modelo en la gestión de sus RSU, Cantabria se encontraba a la cola entre todas ellas en este tema.
Se entendió, creo que acertadamente ,que con los condicionantes señalados la opción que alcanzaba un equilibrio entre las exigencias de protección del medio ambiente y las posibilidades técnicas y económicas del momento, era la de vertedero ubicado en un lugar idóneo, construido con las instalaciones que minimizasen los impactos ambientales y operado adecuadamente. Nunca se reconocerá suficientemente el servicio prestado a Cantabria y a su medio ambiente por parte de Evaristo Domínguez, alcalde de Meruelo, y por los vecinos de este pueblo. Tras exigir todas las garantías posibles desde el punto de vista ambiental, y por que no decirlo negociar hábilmente contrapartidas para el municipio de diverso tipo, aceptaron sin dudar que el vertedero controlado de Meruelo se convirtiera en punto de recepción de todos los RSU de Cantabria, transportados directamente desde algunos municipios o bien por medio de plantas de transferencia intermedias en el caso de los mas distantes.
Habíamos, con no pocas dificultades, ascendido el primer peldaño en ese camino progresivo hacia el cumplimiento de los principios de la Estrategia Europea de Residuos. Controlada aceptablemente una situación que amenazaba con el desastre era el momento de tomar impulso para seguir ascendiendo peldaño a peldaño. Había muchas razones para no pararse en ese primer escalón. Unas muy pragmáticas, como el elevado costo y dificultad de controlar los impactos ambientales de un vertedero que continuase recibiendo año tras año la totalidad de las casi 200.000 toneladas de RSU generadas anualmente en Cantabria. Otras mas estratégicas como la previsión, confirmada mas tarde, de que la normativa sobre RSU de la UE se iría haciendo cada vez mas exigente y lo prudente era irse adaptando a los cambios futuros. Una última razón era de tipo ético y de responsabilidad con las generaciones futuras, el uso sostenible de los recursos.
Sin pausa se comenzaron a sentar las bases para continuar en el camino reprogreso hacia una gestión de los RSU de elevado nivel de calidad. Y un primer paso fue recurrir al asesoramiento de nuestra universidad, decisión repetida en otras cuestiones ambientales complicadas y respondida a la misma satisfacción que en el caso que nos ocupa , para cubrir las lagunas de conocimiento de la problemática y disponer de los datos necesarios para tomar las decisiones futuras con el menor riesgo de error. Una opción era evidente: separar en origen los residuos que pudieran ser susceptibles de reciclaje (vidrio, papel ,metales, plásticos) y aquellos otros que pudieran causar problemas en las fases posteriores de tratamiento o en el medio ambiente (pilas, medicamentos, baterías, escombros, voluminosos etc). Para hacer efectiva esta opción se implantó gradualmente la recogida selectiva y una red de puntos limpios siendo una gran ayuda la nueva Directiva Europea de Envases Embalajes que permitió apoyar económicamente la construcción y el funcionamiento de tres plantas de reciclaje, una de ellas gestionada con gran éxito por AMICA en un proyecto de integración de trabajadores con discapacidades. Una red de puntos limpios permite complementar este proceso.
Para el tratamiento de los materiales no reciclables las alternativas tecnológicas eran varias y todas ellas fueron analizadas bajo el prisma de factores como su impacto ambiental, costo de inversión y operación, y fiabilidad técnica. Desechadas tecnologías que en aquél tiempo, y aún hoy, se encontraban en fase de experimentación las principales opciones eran para la fracción orgánica la biometanización, digestión anaerobia de la materia biodegradable con producción de biogas valorizable energéticamente y un residuo utilizable como fertilizante, o compostaje en condiciones aerobias produciendo un residuo estabilizado, el compost de aplicación en agricultura. En uno y otro caso queda una fracción residual que puede destinarse a la eliminación en vertedero o ser valorizada energéticamente en una planta de incineración que produzca electricidad con el calor residual.
La opción de biometanización se desechó por no poder encontrar en el momento en que se tomó la decisión ninguna instalación en Europa en funcionamiento con la capacidad y tipo de residuo tratado similares a nuestras necesidades. En años posteriores, posiblemente porque en principio las dificultades frente a la opinión pública para aceptar estas plantas son menores , en varias regiones de España se optó por esta tecnología y los resultados en general han sido de malos a desastrosos. La mayoría de las que funcionan lo hacen con rendimientos muy bajos, otras como la construida en Burgos simplemente no han llegado a funcionar, en algunas como la de La Coruña hubo explosiones que la dejaron fuera de funcionamiento o en el caso del denominado Ecoparque de La Rioja periódicamente hay que vaciar los reactores o depósitos en que se efectúa el tratamiento. La biometanización es una técnica muy bien conocida en sus fundamentos ingenieriles pero el problema ha surgido en adaptarla a las características de nuestras basuras. En nuestro caso preferimos no hacer de conejillos de indias y vistas las críticas que ha recibido la opción elegida que funciona correctamente y es elegida como ejemplo por muchas instituciones me temo que si a mí, y hablo ahora en primera persona por ser el máximo responsable de las decisiones tomadas, me hubiera sucedido lo de los casos citados quizás también estuviera escribiendo este relato desde Kolimá. La alternativa elegida para Cantabria y que está funcionado plenamente en la actualidad consiste en la separación y reciclaje de componentes de la basura como papel, plástico y chatarra; la transformación de la materia orgánica en compost que es vendido en su totalidad para su uso en agricultura y la incineración de la fracción restante en una planta que además de disponer de los sistemas de corrección de impactos ambientales acordes con las exigencias mas estrictas de la Unión Europea produce la energía suficiente para la iluminación doméstica de una ciudad de275.000 habitantes durante un año, sin duda la mayor contribución realizada en Cantabria a la lucha contra el cambio climático.
Como todos los proyectos que reciben fondos de la Unión Europea esta planta ha sido sometida a los exámenes mas rigurosos de las autoridades comunitarias no sólo desde el inexcusable cumplimiento de las normas ambientales si no también a la luz de las políticas de sostenibilidad. De hecho gracias al funcionamiento de la misma, Cantabria es hoy una de las dos únicas comunidades autónomas de España que cumple con la obligación de la norma comunitaria que limita el vertido de materia orgánica biodegradable.
También refrenda lo acertado de la elección de la tecnología, y del concesionario que la desarrolló, que ha ejecutado todo el proceso de forma modélica, el que posteriormente a la construcción de nuestra planta de Meruelo se estén construyendo plantas con idénticas características en Marsella, Palma de Mallorca o en fase de proyecto en Cerdeña y Los Ángeles.
En algún caso con el claro propósito de hacer mas llamativo el balance económico de la explotación de la planta se ha llegado a dar las cifras correspondientes a los 35 años que dura la concesión ¿aplicando el IPC a los 35 años y presentándolo como euros de hoy!. La realidad es que el costo de tratamiento por tonelada esta por debajo de la media española con dos factores importantes a considerar : por su tamaño en Cantabria no nos beneficiamos de la economía de escala y estamos además cumpliendo la normativa comunitaria mientras que otras autonomías tendrán que hacer un esfuerzo económico adicional para lograrlo. Son 16 euros por habitante y año lo que le cuesta a cada cántabro tratar sus RSU, alto frente a tirarlo a un vertedero pero muy razonable por hacerlo con la calidad que exige Europa y nuestro valioso entorno natural.
En fin como dice el evangelio de San Juan unos siembran y otros siegan, pero resultan lamentable, si es cierto la atribución que se le hacia a un cargo público actual, al que por su formación no cabe atribuírsele ignorancia y por lo tanto no resta otro posible motivo que la maldad, que dijese que el contrato de explotación no obligaba al concesionario a tratar los RSU. El proyecto de la planta es parte contractual y en él obviamente figuran los objetivos de reciclaje y producción de energía además de que el balance económico de explotación para el concesionario está totalmente condicionado por el éxito en la consecución de los mismos.
Fuente: JOSÉ LUIS GIL DÍAZ en el DiarioMontañes.es