¿Qué es para usted mirar al futuro?
Rehacer radicalmente los sistemas de educación. En lugar de tener escuelas que funcionan como una fábrica, que aplastan la creatividad, deberíamos dar a los niños todo lo que necesiten para desarrollar sus talentos.
¿Qué más?
Aparcar los coches y tener un sistema de transporte mucho más flexible que integre megarregiones. Y no sólo debemos extender la sociedad del bienestar a todos, también asegurarnos de que las personas tienen un propósito y un sentido en su vida si queremos construir economías más prósperas.
Pues la mayoría del planeta se muere de hambre.
Si malgastamos los recursos continuaremos así, pero si invertimos en esas personas dándoles la opción de ser competitivas, podemos solucionarlo.
Utópico.
No hay ningún motivo por el que más la mitad de la población viva en la pobreza.
¿Cuáles serán los líderes económicos del futuro?
No lo serán gigantes económicos como India o China, ni países que concentren sus iniciativas en convertirse en centros rentables para el proceso de fabricación. Lo serán países pequeños como Finlandia, Holanda, Suecia, Dinamarca, Canadá, Irlanda, Australia, Nueva Zelanda.
¿Por qué?
Han construido climas creativos dinámicos que generan productos creativos. La creatividad es ahora el elemento clave de la competitividad mundial.
Para eso hace falta gente creativa…
La clase creativa es la nueva clase social, que, igual que sucede con las otras clases, la define la economía. La creatividad es el nuevo motor del crecimiento económico, por lo que la clase creativa se ha convertido en la clase dominante en términos de influencia.
Hábleme de ellos.
Durante la década de 1980 y 1990 muchas ciudades intentaron emular el éxito de Silicon Valley construyendo parques empresariales de alta tecnología o proporcionando fondos de inversión de riesgo.
Un fiasco.
Sí. En lugar de ser las personas las que se desplazaban hacia el empleo, resultó que eran las empresas las que se instalaban en lugares donde estaban esas personas capaces.
¿Y dónde estaban esas personas?
Decidían ubicarse en función de sus intereses y su estilo de vida, que iba mucho más allá de los servicios convencionales que la mayoría de expertos considera.
¿Cómo lo sabe?
En 1998 estaba estudiando las decisiones de ubicación de las industrias tecnológicas y las personas con talento y conocí a Gray Gates, que había estudiado las pautas de ubicación de los homosexuales.
¿E intercambiaron cromos?
Sí. Cuando comparamos ambas listas, resultó que mis medidas de crecimiento tecnológico coincidían con su índice gay. Desarrollé otras medidas como el índice bohemio (escritores y artistas en una región) para compararlas con el crecimiento tecnológico y obtuve los mismos resultados.
¿Gais y artistas llaman a la tecnología?
Concluí que el crecimiento económico se daba en ciudades tolerantes, diversas y abiertas a la creatividad, porque esos eran los lugares donde las personas creativas de todo tipo querían vivir.
Usted también hace un paralelismo entre ciudades y felicidad.
Sabemos que el dinero no es el factor predominante, sino hacer un trabajo con un sentido e ilusionante, tener buenas relaciones y vivir en un lugar donde puedes expresarte, que sea seguro, que tenga oportunidades económicas y que tenga naturaleza, cosa que la mayoría de los urbanistas pasan por alto. Más que el país o las empresas, son las ciudades las que mueven la economía.
Hay que escoger bien dónde vives.
El lugar en el que elegimos vivir es un factor crucial en nuestras vidas, porque afecta a todos los demás: trabajo, educación y amor. Pero las prioridades cambian con la edad. Cuando eres joven quieres oferta cultural, un apartamento en el centro. Cuando tienes hijos prefieres lugares más tranquilos y con mayor oferta educativa.
Pues el mantra de la era de la globalización es que no importa dónde vivamos.
Es una idea muy atractiva pero errónea. Los factores económicos principales (innovación, creatividad y talento) no están distribuidos de manera uniforme. La innovación y la creatividad en la actividad económica se están concentrando cada vez más.
Pero hoy hay más países que participan de la economía mundial.
Sí, como China o India, pero concentran los activos económicos en ciudades concretas.
¿El capitalismo cambia de piel?
Sí, está evolucionado hacia un sistema mucho más sutil y complejo que no extrae únicamente los recursos, sino que también combina ciudades y personas para extraer habilidad y talento para fines económicos.
La conclusión es alentadora.
Los países que no sigan aumentando su potencia creativa, apoyando la creatividad y aplicando políticas que atraigan a más personas al sector creativo, en lugar de infrautilizarlas, se quedarán atrás.